¿A quién quieres más: a mamá o a papá?

Bueno, ya estoy aquí otra vez. Cuatro días, tres post, ¡quién me lo iba a decir! Pero es que no dejan de surgir buenas oportunidades para escribir. Hoy es el día del padre, y al padre por excelencia va dedicado el blog. Bueno, padre y marido, porque, en Iñigo,  los dos papeles van indisolublemente unidos, uno depende del otro. Siendo buen padre es mejor marido, y viceversa.

Con Ignacio (Lanzarote, junio 2009)

Con Ignacio (en casa, octubre 2008)

Con Ignacio en la playa (Alicante, diciembre 2008)

No sabría por dónde empezar a hablar de él. Es tanto tanto tanto tanto lo que nos da cada día... Voy a intentar centrarme sólo en su faceta de padre, que ya da para escribir un rato.

Con Pablito (Alicante, diciembre 2009)

Alicante, verano 2010

Alicante, verano 2010

Y es que, sonará a tópico, pero de verdad que todavía no he conocido a otro padre como él. Cuando nació Ignacio (el mayor), era él el que se levantaba por las noches, fuera la hora que fuera. Claro, también es verdad que Ignacio nació en el verano de 2008, en plenos Juegos Olímpicos en Pekín (eso de Beijing nunca me ha salido), por lo que despertarse a las tantas de la mañana era, a veces, una buena excusa para levantarse de la cama y no perderse una sola prueba.

  

Con Ignacio (Aranjuez, otoño 2010)

Con Ignacio (Alicante, verano 2010)

Con Pablito (en casa, verano 2010)

De todas maneras, Ignacio nunca dio demasiado guerra por las noches. Así que, entre eso y lo de los juegos, todavía no tenía muy claro que Iñigo fuera taaaaan entregado de verdad, o era sólo un espejismo.

Con Pablito (Madrid, otoño 2010)

Con Pablito (Madrid, verano 2011)

Menorca, verano 2011

Pero es que quince meses después llegó Pablito. Y éste sí que dio la lata. Pues bien, no recuerdo haber pasado una sola noche en vela. Iñigo se levantaba corriendo al primer "güe", sin encender una sola luz, sin hacer el menor ruido, yo ni me enteraba, lo sacaba de la cuna y se lo llevaba al salón, donde tantas mañanas me lo he encontrado durmiendo, cuando me he levantado, fresca como una lechuga. Y esto lo ha hecho siempre, estando de baja de paternidad, trabajando, en fin de semana... Siempre. Ayer mismo, Pablito decidió despertarse a las cuatro de la mañana y no dormirse hasta las seis. Estaba empeñado en desayunar, ya ves. Y ¿quién creéis que se levantó? Yo no.

Con Pablito (Menorca, verano 2011)

Menorca, verano 2011

Madrid, verano 2011

Y esto de las noches es sólo un detalle ínfimo de lo que es Iñigo como padre. Sale del trabajo a todo correr para pasar con ellos el máximo tiempo posible, los baña y les pone el pijama todos los días, les da la cena, juega, cambia pañales, prepara biberones, los disfruta, les da besos, limpia mocos y vómitos, es cariñosísismo, los entiende, se convierte en uno de ellos, tiene una paciencia infinita. Nada le da pereza. Nunca dice "no". Siempre buenas caras, Siempre sonriendo. Siempre facilitándonos la vida y superponiendo nuestra comodidad y nuestra felicidad a cualquier otra cosa.

Madrid, otoño 2011

Madrid, primavera 2011

Madrid, primavera 2011

Pero si los vierais juntos, no necesitaríais que yo os contara nada de esto. Sólo hay que fijarse un poco y ver cómo él los mira y cómo ellos lo miran a él. Da gusto, de verdad.

Cercedilla, noviembre 2011

Alicante, febrero 2012

Cercedilla, noviembre 2011

¿Que si no tiene ningún fallo? Ummmm... Pues creo que no. Es el mejor papá del mundo, sin exagerar. En cuanto a la pregunta del título, no hace falta que diga lo que responderían mis hijos, ¿no? A mí me quieren mucho, pero yo sé y tengo más que asumido que no es lo mismo.

Bueno, os dejo, que tenemos unos regalos que dar ;)